sábado, 10 de febrero de 2007

La primera, una poesía

Reducido a escombros,
su futuro.

En construcción
su soledad;
eso sí,
una sola.

Le llamó el soldado.

Atrayente figura
en carro de hierro.

El disparo,
ni se oyó.

¿Para qué?

Y ahí tienes,
en el suelo de cualquier Jerusalem,
los escombros
y la única soledad.

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