jueves, 24 de abril de 2008

Las ayudas de Erre C.A.

Para todos los que ejercen
de padres y en especial para Belén



Andaba un día acarreando la aspiradora y entré donde estaba Erre C.A. solo, pero con la Bartola. Tuve que apagar la máquina porque, entre su radio y mi aspirar, no entendía lo que me decía.
—¿Mendugo, que te digo, que zi zabez cuál ez la difedensia ente un dano y una dana?
—Sí, que una dana me ayudaría con mis tareas cotidianas. Ellas son más solidarias.
—Qué mashista edes, tío.
—Si me juzgas por tal, y entre tú y yo, prefiero pasar por ello mejor que por vago.
—Anda que no hay danas pedesozas, coleguita.
—Eso no te lo sé decir. Yo sólo conozco a un batracio, y el mozo vive de mi trabajo. Yo creía que los parásitos eran más pequeños o humanos, tipo hijo o hija.
—¡Yaztamoz! Ahoda desulta que to lo hase el zeñod pod mí, ¿no?
—Yo no busco tu culpa, sino tu colaboración.
—¡Hope! Poz yo te doy ánimoz, convedzasión y pobemaz. Y que zepaz que no vaz a conzeguí que me zienta un inútil. Anda, zigue azpidando, pedo no metaz musho duido, ¿eh?
Mi insulto fue acallado por el ruido de la aspiradora: ¡Adolescente de mierda!

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