martes, 10 de junio de 2008

Después del retiro

—Mendugo, ezto ha zido peod que el apagón de Badselona. No había lus ni de día.
—Es que se me han fundido los plomos.
—O zea, liztillo, ¿Quedez desí que tú edez la lus del mundo, el zol de la vida?
—No. Quiero decir que has estado quince días dentro de un armario.
—Poz yo no quedo viví dento de un admadio.
—Lo que tú quieres me la trae floja.
—Ezo no ez una novedá.
—Pero sí una realidad. Tú sólo vives en mi interior.
—Y una miedda.
—Lo que tú quieras, pero siempre serás una proyección del que llamas Mendugo.
Erre C.A. se echó a llorar, y entre sollozos se reveló una vez más:
—Yo no quedo sé una poyesión.
—Ni yo quiero ser Mendrugo y aquí me tienes.
—Te odio.
—Yo también, por eso he hecho de comida menestra de verduras.
—¡Qu’asco! Yo zólo quedo la cadne.
—Pues como no te comas un anca…
—¡Jo! Doz zemanaz en un sulo y selebamoz la libedasión con vedduda. Cualquied día me ladgo y no me vez máz el pelo.
—Nunca te lo he visto.
—Podque no zabez midá.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

que alegría volver a verte!!!

Anónimo dijo...

QUE ALEGRÍAAAAAAAA!
Ya te vale Mendrugo......