miércoles, 9 de julio de 2008

El banco

Le vi entrar con el rabillo del ojo. Erre C.A. traía la misma cara que el que mató a Manolete. Ni le saludé. Pero él a mí sí, bueno, es un decir.
—Déhame, q’eztoy de mu mal humod.
—Yo no te he dicho nada, pero, ¿dónde has estado para recoger tan mala cosecha? En ti es raro.
—En el banco.
—No me digas más. A mi me pasa lo mismo cuando voy.
Salí del despacho, donde está el rincón preferido de Erre C.A. Antes de cerrar la puerta, escuché el monólogo que se echó cuando se vio solateras. Espero que no le importe que lo reproduzca. Aunque me da igual, porque sé de buena tinta que él va por ahí contando cosas mías. Más o menos, esto es lo que dijo:

“Pada una ves que me desido a emansipadme… No te hode el tío eze: que zi no teno nómina, que zi no teno ocupación fiha, que pada qué quiede una dana un pizo, que me confodme con un tedadio. Sedá hilipuedtaz. Y luego le digo que vivo con un ezquitod y m’esha del banco. Menoz mal que he desido vivo y no modo, que zi no... Pada ezo me pono un collad bonito... A la miedda... "

"Pabernos matao", pensé y cerré la puerta.

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