miércoles, 23 de julio de 2008

El regreso

A los tres días, cuando Erre C.A. llamó a la puerta (cosa que me extrañó porque siempre había entrado en casa por los sitios más insospechados) lo vi demacrado y cansado. Sin dejarle entrar, le pregunté qué le traía por mi casa tan pronto.
—¿Vienes a recoger algo?
—No.
—Es verdad, se me había olvidado: todo lo llevas dentro.
—No te cashondeez, Mendugo. He conzultado a mi… a mi asesor —me sonreí— y m’ha disido que el tato contigo no eztaba mal del todo.
—¿Qué tato? ¿Qué es un tato?
Erre C.A., a pesar de haberme advertido ya sobre mi sorna, aguantó el tirón.
—Un pasto, un acueddo.
—Ya. Me creo más lo del pasto ­—dije con retintín—, que lo del acuerdo. ¿Pero cuál?
—El que tú y yo teníamoz.
—Que era.. —le invité a seguir.
—Poz que yo pozaba, zalía en tu güeb y tú m’ahuantabaz.
—A ver. Pasa, anda, pasa.
—¿Me puedo id a mi rincón?
—Puedes ir a tu ex rincón —maticé.
—Gasias.
—De nada. ¿Tienes hambre?
—Una poca.
—¿De tres o de cuatro platos?
—Con tes me confodmo, pedo zi zon cuato mehod.
—No me apetece cocinar, ni hay sobras. ¿Te apañas con fruta?
—Zi no te impodta quedadte zin melón y zin zandía...
—No. Ambos han salido un poco insulsos —seguí dándole caña.
—Poz tae, que yo lez doy madsha.
—Vamos a la conina… ¿Por qué has llamado a la puerta? Es la primera vez que vienes a mi casa y llamas.
—Podque m’eshazte.
—No. Te invité a rescindir el contrato que tú creías abusivo y esclavista. Si no recuerdo mal, el tema lo planteaste tú después de ir a un abogado. Me heriste con tu desconfianza y con la alusión a Kunta Kinte…
—Hombe, infodmadze no ez un delito, y aquella sedie la puzieron ota ves en Maduecoz cuando yo eda pequeño.
—Informarse a escondidas y con intenciones ocultas no me parece honrado. Mejor hubiera sido que me lo hubieras planteado de cara, abiertamente y sin tapujos. Me da la impresión de que te has arrepentido por motivos estomacales, a juzgar por los trozos de melón que te metes en la boca.
Entre raja y raja de sandía Erre C.A. contestó.
—Mendugo, el hambe ez mu mala. Y el fío. Y la zoledá. Cazi acabo en un vedtededo o ente dehaz. Pedo zi me daz tiempo, zegudo que m’ademiento pod otoz motivoz máz sedcanoz a loz que tú apelaz.
—Anda, come tranquilo y todo lo que quieras. Mientras, yo redacto un contrato. Y luego, y si le gusta al señorito, lo firmamos.
—De momento, hagamoz lo pimedo. Lo oto ya vedemoz. Y zi quiedez te doy pedmizo pada que hoy cuelguez una foto mía. Pedo de laz que tengaz adshivadaz. No teno yo un luk opodtuno.

No hay comentarios: