jueves, 17 de julio de 2008

Fecha de caducidad

—¿Y cuándo disez que te dizte cuenta de qu'eztabaz caducado?
—Yo de eso no he dicho nada —contesté sin siquiera volverme—. Y en todo caso sería caduco. Yo no me he visto la fecha de caducidad en ninguna parte del cuerpo.
—Tú m’entiemdez, Mendugo.
—¿Y de dónde has sacaddo que yo estoy caduco?
—Tú mizmo lo dihizte antiyed. El pes ziempe muede pod la boca.
—Y las ranas de inanición.
—No zedé yo. Pedo en zedio: ¿de dónde te viene eza zenzasión? Es pada eztá pepadado.
—Así de pronto… Sí. Por ejemplo cuando veo los anuncios en la tele. Es como si me agredieran, y muchos ni los entiendo.
—¿Y ezo qué tene que ved?
—Pues que ya no le intereso ni a las multinacionales.
—Ah, clado. Poz a mí me guztan todoz.
—Pero si tu no ves televisión.
—Zedía máz modesto desí que tú no me vez vedla.
—Vale. De acuerdo.
—Vez. Yo te lo noto en eztaz cozaz.
—¿Qué me notas?
—Qu'eztaz pazao.
—Y tú crudo. ¿Qué tal media horita de horno?
Como Erre C.A. no contestaba a mi broma, me volví. O había estado hablando con la pared o el rano me había tomado en serio, porque su rincón estaba vacío. Sonreí y seguí con lo mío.

No hay comentarios: