martes, 5 de agosto de 2008

El cuaderno y el postre

Mendugo.
—¿Qué?
—Me guzta ezte cuadedno.
—Ni lo toques, que te temo. Trae. Me lo he hecho yo con… —Vale, shaval. Toma, toma. Pedo yo zólo desía que me guztaba. No hase falta que me cuentez tu vida, ni que t’endollez como una pedziana.
—Oye, me limitaba a contestar tu pregunta.
—Y a quitadmelo. Pedo yo no te he peguntado nada. He comentado que me guzta el cuadedno. Un poco adcaico o infantil, pedo ez bonito.
—Eres un borde y un antipático.
—Y tú, a padte de un tiquizmiqui y de tené inztintoz azezinoz, edez un pezumido de miedda. Te digo que ez guapa la libeta y tú quiedez colocadme una batallita.
—Serás exagerado. Solamente pretendía decirte que…
—Lo vez. Y’aztáz ota ves. Que zi labuela fuma, que zi yo desiclo papel, que zi yo teno una máquina pada hasé aguhedoz, que zi yo teno gusanilloz de alambe… Que zi yo, que zi yo... ¿Tú pienzaz qu’eztoy siego? Poz no. M’hadto de ved laz shodadaz que hasez todoz loz díaz. A zegá te mandaba yo.
—Estás perdiendo un postre y ganando un baño —le advertí—, que por otra parte, falta te hace.
—Poz lo que te desía, que tenez un cuadedno muy shulo. ¿Y cómo te l’haz hesho?, podque te l’haz hesho tú zolito, ¿no? Cuenta, cuenta. Pedo antez dime que hay de pozte.
—Para ti hostias y pan frito.
—Mía tú que bien, hoy pozte nuevo. A ved con qué noz zodpende el Fednán Adiá ezte.


No hay comentarios: