miércoles, 27 de agosto de 2008

El trabajo

—¿Cuando zeaz famozo, me vaz a hasé el mizmo cazo?
—Yo nunca voy a ser famoso, Erre C.A., no me interesa. No te preocupes. Aunque tienes razón, la fama cambia a las personas.
—¿Y pod qué?
—Me imagino que es el ego que eacciona con la vanidad…
—No, que pod qué no vaz a zed famozo. Tenez el mizmo dedesho que cualquieda.
—Pero me faltan las aptitudes y las actitudes. Ni las que a mí me gustaría tener, ni las que me desagradan.
—Yo hablaba del famozeo pozitivo, no del que te otodga contá en la tele loz tapoz zusioz de nadie.
—Yo sólo creía en el trabajo diario. Bueno, aún sigo creyendo. Aunque la palabra trabajo nunca me ha gustado para designar esa actividad humana.
—A mí, ni la palaba ni la astividá. ¿Pedo pod qué no te guzta?
—Porque reconozco en ella una parte de penuria, de sufrimiento. Y yo, de un tiempo a esta parte, intento penar lo menos posible.
—Eztoy d’acueddo, colega. Ez lo que yo llevo hasiendo toda mi vida. Vamoz a selebadlo con una buena comida. ¿Qué te padese?
—¿Qué me va a parecer? Mal.
—Ahí m’haz doto, tío. —¿Qué pensabas sacar? ¿Una comilona a mi costa?
—Dezde luego… ¡Qué matedializta edez! Acueddate de Beiyin: Un mundo, un sueño.¿Dónde eztá tu espíritu guemial de compadtí iluzionez comunez…?
—Desde luego en una olla o en un horno, no. Ni un una frase vacía. Porque si tú y yo celebramos algo con una comilona, lo que tengo claro es que a quien le toca cocinar es a mí.
—Vale. Puez no comemoz y zufimoz huntoz. Pedo ezto me zuena a cultuda hudeo-quiztiana: ¡Todoz a zufí, y azí noz ganademoz el sielo!
—¿Sabes, Erre. C.A.? Eres la polla. Te has ganado una paella.
—Zi ez que en el fonfo, edez un idealizta.


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