miércoles, 24 de septiembre de 2008

Así nos va

—¿Has oído lo de China?

—¿Cuálo?

—Lo de la leche para bebés.

—Zí. Pazmao m’he quedao.

—Y no ha sido un fabricante, han sido veintidós los que han usado resina sintética.

—Zin teticaz lez dehaba yo a loz dezponzablez.

—Pues yo les ponía a dieta con esa leche adulterada. La madre que les parió…

—L’ambisión humana no conose límitez, Mendugo. Menoz mal que otoz zoiz capasez de lo contadio, zi no, eda pada dimití.

—¿Si algún día renuncio a la raza humana me acogerías como rano?

—Hombe, yo no te veo funhiendo de anfibio, pedo yo tampoco zoy un pototipo de dana, teno laz piednaz y la lengua muy codtaz.

—Con lo segundo no estoy de acuerdo, pero mejor ser pati-corto que mente-cato, ¿no?

—Eh, eh. ¿Qué paza? Que tú pada zé un humano padese que te penzadon al nasé.

—Claro que me pensaron, por eso estoy también hecho.

—Que no, que no ez ezo. A vé cómo te lo ecsplico, podque yo la ede… Ezpeda, que me zaco todoz loz colladez de la boca.

Esperé, y después de diez minutos de ver salir de la boca de Erre C.A. el muestrario que no todas las joyerías poseen, volvimos al asunto.

—Prensaron —me dijo un Erre C.A desconocido— Parece que te prensaron al nacer.

—¿Y para eso he esperado? ¿Para que me insultes?

Erre C.A. me hizo un gesto para que esperara otra vez. Después de almacenar en la boca toda su quincalla me contestó.

—En ezte cazo no ez un inzulto, ez una dezquipsión y añadidía que hazta favorable.

—Pues lo he pensado mejor, y si dimitó de la humanidad le pediré asilo étnico a las cebras.

—Hadíaz mehó pidiéndozelo a laz focaz.

—Serás mamón.

—No, colega, aquí el único que ha mamado edez tú, yo no he shupado de ninguna teta, tío.

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