sábado, 6 de septiembre de 2008

La educación (1)

Siempre se ha escrito sobre el arte de escribir. Con plurales enfoques que van desde el negocio literario hasta el simple placer de plasmar sobre el papel un pensamiento o de comunicar un amor. Negar, o afirmar, que la correspondiente lectura nos hace mejores (?), aunque en su momento yo mismo lo defendiera, hoy por hoy me parece una estupidez. ¿Acaso los políticos no leen? La lectura, que debería ser un hecho universal, o al menos un derecho, la puede llevar a término todo el mundo (que haya tenido la oportunidad de aprender a leer, claro). Pero todo ser humano, con las facultades propias en buen estado, puede llegar a conseguirlo. Y este sencillo pensamiento me confirma que quien se queda en la respuesta, positiva o negativa, a la pregunta antes planteada (¿leer nos hace mejores?) es que no ve el asunto en todo su conjunto, ni en su verdadera dimensión. Con decir que Hitler o Jack el Destripador leían (cosa que supongo) está todo dicho. Y si en la susodicha pregunta sustituimos lectura por cultura, no varía nada. Otra cosa es la educación, no la educancia como dicen algunos, sino la educación entendida como la noble ocupación en ampliar el continente racional para recibir y procesar la información que nos llega, y jamás definida como la propia información que, nos pongamos como nos pongamos, siempre se nos sirve sesgada. Pero si ya es harto difícil que el porcentaje de analfabetos se reduzca a cero, pretender que los gobiernos o la sociedad se marquen como objetivo prioritario la Educación, yo lo adjetivo de imposible. Soy de la misma opinión de los que afirman que un pueblo (no nación) que se preocupa de su educación, tal y como yo la concibo, sería un pueblo que generaría menos problemas, menos individuos que apartar o extirpar. Ése, para mí, es el fondo de la cuestión. Las carreteras son importantes, la medicina es importante para el ser humano, pero la formación es tan vital como la alimentación, como el agua que nos permite vivir. Leer es un reflejo que cuanto más se dé, mejor. Y no digo yo que estar educándose en libertad represente un negocio para algunos y una utopía para todos. Y conste que a mí me educaron para engrosar las huestes de los operarios manuales subyugados por ideas de dictador, fauna que hubo de mutar con un fin claro, el de sobrevivir para llegar a tener la posibilidad de plantearse retos que no fueran el de levantar un país a imagen y semejanza de quien imponía todo, jerarquía celestial incluida: ángeles, arcángeles, serafines, querubines y, por supuesto, comandada por un dios todo poderoso.

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