lunes, 20 de octubre de 2008

19 de octubre de 2008

—Lo siento, pero hoy no me apetece escribir sobre ti, estoy muy cansado.
—Poz chadlemoz
—Tampoco.
—¿Y unaz manitaz de poked?
Erre C.A. empezó a barajar.
—Deja eso, anda.
—Pedo si no ze nesezita ezquibí ni hablá.
—Yo al poker sí hablo.
—Poz hasez zeñaz como al muz.
—Que no, que jugar me apetece menos.
—Anda, podfa...
—Déjame, que me voy a la cama.
—¿Y me dehaz azí?
—¿Cómo?
—Colgao.
—¡Qué más quisiera yo!
—Venga, hombe, anímate. Zólo hazta que te dezplume.
—Que no pesado, que estoy hecho unos zorros.
—Vozotoz loz ansianoz no aguantáiz nada.
.…—Y vosotros los jóvenes… ¡Bah!, me callo. Hasta mañana… Y no hagas ruido, por favor.
—¡No, y ze va el tío!
—Ya me he ido —le dije mientras cerraba la puerta.
—Vaya ganaz de viví… La noshe ez hoven, zólo zon laz cuato y cuadto… —no escuché más después del leve portazo, pero sé que siguió protestando —. Oto día me baho a la litona y al vieho ezte que le sudsan.

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