jueves, 13 de noviembre de 2008

Hay situaciones que…

—Me contarás, ¿no?
—No ay nada que contá. Qu’iba yo shadlando con un búlgado y z’asedcó un zeñó con goda y noz pidió la documentasión. Y y’aztá.
—Espera ¿Qué tú ibas hablando con un búlgaro?
—Zí.
—¿Y te entendía?
—Y yo qué zé. Yo a él no, dezde luego.
—No lo entiendo.
—Vez, como el dumano y yo.
—¿Pero no era búlgaro?
—Y qué máz da de donde seaz. Y no ez tan dado ablá a alguien y que no t’entienda, como vedaz. Y lo mizmo le pazó al de la goda asul. Pod máz que l’ecspliqué, nada, que no m’entendía el tío.
—Sigo pensando que estás como un cencerro, pero que tienes razón.
—Lo peó ez el ambe qu’e pazado. No m’an dado de sená ni de dezayuná.
—No seas mentiroso, anda. Que me ha dicho un pajarito que has vaciado la máquina de la comisaría.

—Poz dile a tu pahadito que ze infodme de la difedensia qu’ay ente laz shushedíaz y la comida. No te faztidiaz. Y a padtí de ahoda me buzcaz una fastuda o la falzificaz y me la clavo en la ezpalda. Ezoz no me pillan en ota.
—Oye, ¿y el búlgaro-rumano?
—El ucaniano no tenía padino ni fastuda, allí z'a quedao.


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