lunes, 12 de marzo de 2012

De vuelta de la compra

—¿Pod qué eztáz tan mozqueado? —me preguntó el rano al volver de la compra, y sin darme tiempo a sacar las cosas de las bolsas.
—¿Cómo no voy a estar mosqueado? Tanto insistir en ir a la compra conmigo, y luego todos son vergüenzas y timideces.
—Tampoco ez pada tanto, colega.
—¿Qué no es para tanto? Pero si han llamado hasta a la policía.
—Ezo ez podque elloz han quedido.
—¿Y por qué les han llamado? Por tu culpa.
—O pod la tuya. Podque negadse a enzeñad en la caha la bolza donde iba ezcondido Ede Se A no ha zido muy buena idea.


¡Ezcóndeme, ezcóndeme...
—Encima... ¡Ezcóndeme, ezcóndeme, que me da vedgüensa!... ¿De quién ha sido la idea? Porque yo no hablo así.
—Poz la idea ha zido tuya. Yo no t’he disho que me metiedaz ahí.
—Digo la de esconderse, no dónde.
—Eza zí ha zido mía. Pedo penzá que iba a pazá dezapedsibido dento de una bolza izotédmica... Vedáz, aunque no zoy mu gande, ocupo lo mío.
—Dímelo a mí. Ocupas y preocupas.
—Ademáz, el que ha dado al final la cada he zido yo.
—¿Tú? Pero si te has quedado como muerto cuando me han obligado a vaciar la bolsa para ver qué llevaba.
—Ez que zi me pongo a dad una shadla allí, no veaz la que liamoz, Mendugo.
—¿Y no la has liado? Pero claro, el que ha quedado como loco he sido yo. Eso o pasar por ladrón de embutidos.
—No ha sido tan gave. Tampoco ez tan dado que laz pedzonaz mayodez tengáiz mazcotaz.
—Vivas, que es lo que yo pretendía demostrar. Pero un tío como yo que se lleva un muñeco de peluche a la compra no es muy normal. Y como decía la señora esa mayor: Encima le pone collar.
—Poz eze shavalín qu’eztaba con zu made ze lo ha pazao pipa. Y loz demáz ni te cuento. Zobe todo cuando haz tatado de convensé al poli hoven de que había zido yo el que ze había ezcondido. ¿Cómo ha disho...? Ah, zí, que zi no te daba vedgüensa. Y tú l’haz disho que el vedgonsozo eda yo —aquí el rano reprimió la risa.
—Pues la cara de la cajera... Ahora no voy a poder comprar en ese supermercado.
—¿Y pod qué no?
—Porque me voy a sentir mal mirado.
—O zea, que me miden a mí dado podque hablo no impodta, pedo que notez tú que te zeñalen zí.
—No es lo mismo. Y, además, yo no quería llevarte. Y estaba en lo correcto, porque entre la que se ha liado y que me he gastado el doble... Una y no más, Santo Tomás.
—De aquí no. Pedo, anda, coloca la compa, que zi no me voy a tené que comed todoz loz poztez de una zentada pada que no ze eztopeen.
—Serías capaz.
—¿Qué te apuestas? —se ofreció Erre C. A. rápidamente.
—Nada y le advertí. Te tienen que durar hasta navidades.
—¿Y zi no me guztan?
—Pero bueno. ¿Es que no has probado ya todo lo que me has hecho comprar? —me sorprendí por raro que parezca que el rano pueda ya sorprenderme.
—No, zólo he pobado laz natillaz de shocolate. El dezto lo he vizto anunsiado en la tele.
—Yo te mato.
—¿Y quién ze va a comé todo ezo zi mataz a Ede Se A? A ti no te guztan ezaz cozaz. Aunque a lo mehó a eze Zanto Tomáz zí.








Imagen bajada de www.dhul.es


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