domingo, 10 de junio de 2012

Punto


Punto es una de las palabras más versátiles de nuestro idioma. Es capaz de adaptarse con facilidad a muy diversos significados.
—¿Y a qué viene eze comentadio?
—Sólo pensaba en voz alta. Es el punto de partida de una idea.
—Tienez que dehad de leed el dissionadio, no te zienta mu bien. Eztáz a punto de que te dé lo que a don Quihote.
—Sí, ahora que acabo de cogerle el punto, lo voy a dejar. Además yo tengo mi punto de honra.
—Ez que no zabez ni en que punto cardinal t’encuentaz, tío.
—No lo necesito. Siempre me encuentro en el punto de partida de algo. Siempre aprendo algo.
—Poz yo me ziento como que ziempe, me padese eztad en tu punto de mida.
—Porque eres un punto filipino.
—Dezde mi punto de vizta no.
—Y yo creo que ese es tú punto débil.
—Pedo ezo noz lleva a un punto muedto. Ede Se A pienza una coza y Mendugo la contadia.
—Pues habrá que buscar un punto de encuentro. ¿No crees?
—Zí, podque eztamoz en un punto quítico.
—De no conseguir entendernos repartiríamos puntos negativos, uno para ti, otro para mí.
—¿Intentamoz que zean puntoz pozitivoz?
—¿Ves? Ese es el punto neurálgico de una disputa dialéctica.
—En una dizcuzión hay mushoz puntoz en el odden del día.
—Y si está escrita más, porque contiene puntos seguidos y algún que otro signo de dos puntos.
—Amén de puntoz zuzpenzivoz.
—Y sin olvidar el punto interrogante y el punto y coma.
—Eze ez el que máz me guzta a mi. Punto, y coma. Y máz zi me llaman d’uzté. Eze ez mi punto fuedte.
—Menos mál que no son las mujeres de punto. Pero es verdad, tú estás siempre en buen  punto para masticar.
—Puez ya qu’eztamoz, desayunamoz al punto.
—Ahí andamos en puntos.
—Ezo no lo entiendo, aunque tampoco zé lo qu’ez un coshe de punto.
—Un coche de punto equivaldría a un taxi actual. Y andar en puntos es tener desavenencias, andar en diferencias. Pero no se puede, o debe, desayunar tres veces. Y punto redondo.
—¿Aunque se haya hesho antediodmente a punto ladgo?
—Sí, aunque se haya hecho sin esmero. Pero vamos a bajar un punto la discusión. ¿Te parece? Tú siempre levantas un punto el asunto del condumio.
—Y tú ziempe midaz en puntoz, ziempe depadaz en minusiaz.
—Si leyeras hablarías con más puntos y comas.
—Ziempe daz en el punto, ¿eh?
—Y tú deberías hablar de este tema a punto fijo, más cabalmente.
—Me voy a dad un punto en la boca podque todo lo que digo ze devuelve conta mí, ez como ezcupid al sielo.
—Sea en buen punto.
—Según como lo entiendaz, podque pada mí ez en mal punto.
Hasta cierto punto estoy de acuerdo contigo.   
—Mida, Mendugo, con ezo haz ganado mushoz puntoz.
—Gracias. Yo siempre intento, al menos, no perder puntos.
—Y yo no puedo pasad pod oto punto.
—La necesidad es lo que tiene, en esta ocasión he ganado a los puntos.
—Pedo tú ponez loz puntoz muy altoz.
—Pues mejor pongamos los puntos sobre las íes.
—Pod punto genedal loz ponez tú, yo loz tengo que zufid.
—Discutamos el tema punto por punto.
—Vale, pedo mehod hagamoz punto d’ezte empeño en entendednoz.
—Espera, que estoy estofando lentejas para mañana, están mejor al día siguiente y creo que ya están en su punto.
—Zabez que yo ziempe eztoy a punto de cadamelo pada zentadme a la meza.
—Que son para mañana. Y todavía hay que ponerlas a punto.
—Ni que fuedan el motod d’un coshe. Pedo, oye, ¿y podque haz batido laz cladaz a punto de nieve?
—Porque hoy comemos suflé. Por eso comemos a las dos en punto.
—T’ha dao el punto con el suflé.
—Es que me gusta mucho, sobre todo el de queso gruyere. Y además, me sale en su punto.
 —Mendugo, te voy a hased un cumplido pada poned el punto final, ziempe zedáz mi punto de defedensia.
—Y tú mi punto flaco.
—Ya vez, y yo queyendo qu’eda tu punto nego.
Punto menos el flaco que el negro.
—Pedo bueno, hemoz hablado del tema sin faltar punto ni coma, aunque tú edez un hombe de punto.
De todo punto yo no soy puntilloso.
—Pedo tú calsaz mushoz puntoz en ezto del idioma. Pedo demoz punto a ezte pozt que ya z’ha hesho mu ladgo.


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