martes, 8 de enero de 2013

La piña


*♫Shinsha, rabiña, que tengo una piña con mushoz piñonez y tú no loz comez*♫.
—Deja eso donde estaba que lo vas a poner todo perdido.
—Dezde luego, musho defended a loz niñoz y zuz niñediaz, pedo no dehaz hugad ziquieda.
—Tienes razón. Touché. Pero cuando acabes de jugar, pasas la aspiradora, que tú no eres un niño.
—Te lo cambio pod loz piñonez que zaque.
—Esas piñas ya no tienen frutos. Están más secas que el ojo de Inés.
—¿Y para qué laz quiedez?
—Para encender la chimenea.
—La hente nodmal uza sedillaz.
—Vale. Un punto para ti. Se nota que has encendido pocas...
—Hombe, de donde vengo...
—Mejor harías preguntándote dónde vas.
—A dehad la piña en la tedasa. Ezo ya lo zé.
—Otro punto para el caballero.
—¿Y pada qué zidven loz puntoz, zi ze puede zabed?
—Para cuando te cosan la brecha que te voy a hacer cuando te dé un piñazo.
—¿Como Eztopa?
—No, tú no tienes un SEAT Panda.
—Ni tú falda ni daha.
—Ni falta que me hace.
—Estadías mono.
—Mejor que rano.
—¿Qué t’han hesho a ti laz danaz?
—Las ranas nada, el rano mucho.
—¿Cómo cuálo?
—Como darme la matraca y no dejarme hacer las cosas.
—Ziempe disez que la convedzasión ez un tezodo.
—Todo tiene su momento.
—Edez un conzedvadod dizfasao con tahe de pana.
—Piensa lo que quieras, pero déjame en paz.
—Déhote en pas, compañedo del metal.
—Menos cachondeo.
—Y máz tabahad.





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